Sentando las bases.

Antes de nada, agradecer que estés leyendo este escrito. Dicen que las mentes que piensan igual acaban por coincidir porque están en sintonía y se sincronizan.

No todos partimos de la misma base. Yo misma estoy aprendiendo ya que hace poco que he empezado a ser consciente de mí misma y del impacto que genero en lo que me rodea.

Porque la realidad es esa: todos y cada uno generamos un impacto.

Cada decisión, cada paso que damos, no solo nos afecta a nosotros mismos sino también a nuestro entorno, ya sea cercano o incluso lejano. Una especie de efecto mariposa que ha llegado el momento de controlar.

Los actos más simples y cotidianos, desde hacer la compra a movernos por la ciudad esculpen el mundo en el que vivimos. Al principio ni siquiera era consciente de esta realidad, simplemente vivía mi vida de la forma que podía/quería y trataba de hacerlo sin pensar en nada más que lo que había aprendido que era éxito y tener «una vida como debe ser».

Pero poco a poco me fui dando cuenta de que comprar cosas no es felicidad, menos aún cuando se trata de compras compulsivas de objetos que no necesitamos realmente. El momento de la compra provoca una satisfacción momentánea pero no es duradera y el vacío que llega tras la subida inicial es difícil de manejar porque no entiendes qué está pasando ni el motivo. Se supone que lo has hecho todo bien.

Primer momento de choque grave con la realidad: lo que había aprendido respecto al esquema de vida [trabajo]/[dinero]/[vida feliz] resulta que no funcionaba.

Y además no sólo no estamos obteniendo felicidad a cambio del precio que pagamos, sino que encima dependiendo de lo que adquiramos, estamos financiando y promoviendo económicamente un sistema que no es sostenible porque beneficia a unos pocos pero no aporta en conjunto, consume recursos y causa daños. Segundo choque grave con la realidad: este comportamiento es perjudicial.

En resumen: a mi las cuentas no me salían. No era feliz y encima sin saberlo estaba apoyando algo con lo que es imposible estar de acuerdo una vez que ves lo que sucede y sus consecuencias.

¿Entonces está todo perdido? Ni mucho menos. Para bien y para mal, cada paso cuenta y nunca es tarde para cambiar. Es el momento de actuar, de tomar decisiones responsables, conscientes y que, además, nos van a llevar a tener una vida mucho más rica y completa.

Mi propósito aquí es compartir lo que me funciona y luego que cada cual coja lo que prefiera y lo adapte a su realidad. Si encaja totalmente, perfecto, si no, pues también, porque únicamente con que una idea sirva y aporte, todo habrá merecido la pena.

¡Hasta la siguiente entrada!

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